Suspendemos actividades para concretar otras, borramos la agenda y reescribimos.
De pronto las horas de un día no nos alcanzan y luego de unos meses reaparezco buscando mi pequeño espacio.
Porque en la vorágine de las obligaciones debemos recordar las pasiones, disfrutar de las cosas simples, de aquellas que casi por poco no hemos olvidado o transformado dándole nuevos significados a viejas palabras.
Por eso hoy propongo que hagamos algo que hacíamos antes, cuando no existían tantas conexiones frágiles y efímeras, propongo hacer algo que hacíamos cuando teníamos tiempo...
Les propongo CONECTARNOS
Un día sin darte cuenta vas a abrir la ventana
¡y se te va a meter un mundo como chiflete!
Una ventana que no es windows,
a un mundo que no se sostiene en redes…
Un día vas a cumplir tu promesa espumosa del “tenemos que vernos”
y ¡vamos a vernos!
¡Vas a pensar la ropa y el perfume para asistir al evento!
Como hacías antes, cuando tenías tiempo.
Cuando tenías tiempo.
Vas a calentar el agua y a preparar el mate,
vas a ordenar tu mochila y tu corazón
para esperarme.
Vas a cumplir un ritual olvidado,
de preguntarse qué me pongo...
(o si habremos cambiado)
Un día vamos a vernos las caras,
Y a contarnos un chisme,
que no se verá en Facebook,
ni se replicará en Twitter.
Un día la puesta de sol
mezcla de mate y eucalipto,
nos encontrará con la campera al hombro
y un suspiro bendito
congelará la imagen, sin corazoncitos,
y será compartida como siempre había sido.
Y volveremos a casa,
sin 140 caracteres escritos,
sin pantallazos recortados de 500 bios,
pero con el corazón lleno de amigo.
Magalí Frutis